Domingo XVI del Tiempo ordinario

Misa 18 de julio 2021

Se puso a enseñarles con calma

Papa Francisco:   El Evangelio de hoy nos narra que los apóstoles, tras su primera misión, regresaron donde estaba Jesús y le contaron «todo lo que habían hecho y enseñado». Después de la experiencia de la  misión, ciertamente  entusiasta pero también agotadora,  tenían  necesidad de descanso. Jesús, lleno de comprensión, se preocupa de asegurarles un poco de alivio y dice: «Venid vosotros  a solas, a un lugar desierto a descansar un poco». Pero la multitud  corrió  hacia allí antes de su llegada. A veces no logramos realizar nuestros proyectos  porque surge un imprevisto ur­ gente que modifica nuestros programas y que exige disponibilidad hacia las necesidades de los demás: «Al  desembarcar, Jesús vio  una multitud  y se compadeció de ella, pues estaban como ovejas  que no tienen pastor,  y se puso a enseñarles muchas cosas». El evangelista nos ofrece  un flash de especial intensidad, fotografiando los ojos del divino Maestro  y su actitud. Observemos los tres verbos de este fotograma:  ver, tener  compa­sión,  enseñar. Los podemos llamar los verbos  del  Pastor.  1.-  La mirada de Jesús no es una mirada neutra, o peor, fría  o alejada, porque Jesús mira siempre con los ojos delco­ razón. 2. Y su corazón es tan tierno  y está tan  lleno de compasión, que sabe acoger las necesidades de las personas que permanecen incluso más escondidas. Además, su com­ pasión no indica simplemente una reacción emotiva:  es la actitud y la predisposición de Dios hacia el hombre y su historia. Jesús aparece como la preocupación y el cuidado de Dios por su pueblo. 3..  Podríamos esperar de él que obrara algún milagro. Sin embargo, se puso a enseñarles muchas cosas. He aquí el primer pan que el Mesías ofrece a la mul­ titud  hambrienta y perdida: el pan de la Palabra. Todos nosotros tenemos necesidad de palabras de verdad que nos guíen y que iluminen nuestro camino. Sin la verdad, que es Cristo mismo, no es posible encontrar la orientación correcta  en la vida. Cuando nos ale­ jamos de Jesús y de su amor, nos perdemos; y la existencia se transforma en desilusión e insatisfacclón {22-7-2,018}.