Misa 11 de octubre 2020

Homilía XXVIII Domingo del tiempo ordinario

  Tengo preparado el banquete

 El nombre de san Juan XXIII está asociado a su rostro sonriente y a su ternura  de padre. Os invito  a dar gracias al Señor por el gran don que fue su santidad  para la Iglesia universal.  De familia  pobre  y unida por el amor del Señor. Esa herencia puede inspirar hoy a esta Iglesia, llamada a vivir la dulce y consoladora alegría de evangelizar, a ser compañera  de ·camino  de todo  hombre,  y«fuente  del pueblo» de la que todos  pueden sacar el agua fresca  del Evangelio (254- 2014).   La parábola del Evangelio de hoy nos habla del Reino de Dios como de una fiesta de  bodas. El protagonista es el hijo del rey, el esposo: Jesús. Pero la parábola no haba de la esposa, sino de muchos invitados, queridos y atendidos: son los vestidos  con traje de boda. Esos somos todos  nosotros, porque  con cada uno de nosotros  desea el Seiio· «celebrar la boda».  Las bodas inauguran la comunión de toda la vida. El Señor nos desea nos busca y nos invita,  y no se contenta con que nosotros  cumplamos buenos deberes observemos sus leyes. Quiere tener con nosotros  una verdadera  comunión de vida, una relación  hecha de diálogo, confianza y perdón. Esta es la vida cristiana:  una historia de amor con Dios.  De este amor gratuito, tierno y privilegiado nace y renace siempre la vida cristiana. Al menos una vez cada día declaremos al Señor nuestro  amor; acordémonosde decirle cada día:  «Te amo, Señor, tú  eres mi vida» PAPA FRANCISCO