Misa 9 de agosto 2020

Homilía XIX Domingo del tiempo ordinario

¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!

El Evangelio nos describe hoy el episodio  en el que Jesús, después de una noche dedicada a la oración en la ribera del mar de Galilea, se dirige hacia la  barca de sus discípulos, caminando  sobre el agua. La barca estaba en medio  del mar, azotada  por un fuerte viento en contra. Cuando los discípulos fueron a Jesús caminando  sobre las aguas, creían ver un fantasma y se llenaron de espanto Pero él los tranquilizó: «iÁnimo, soy yo, no tengáis miedo!».  Pedro, con su ímpetu característico, le contestó: «Señor, si eres tú, mándame  ir a ti sobre el agua». Y Jesús le dijo: «Ven». Pedro se bajó de la barca y se puso a caminar hacia Jesús; pero a causa del viento le entró miedo y notó que se hundía.  Entonces gritó: «Señor, sálvame». Jesús le tendió  la  mano y lo agarró.  Este episodio  evangélico  contiene  un rico simbolismo que nos hace reflexionar sobre nuestra fe, personal y comunitaria mente. ¿Cómo es la fe de cada uno y la fe de nuestra comunidad? La barca es la vida de cada uno de nosotros y también la vida de la Iglesia; el viento contrario representa las dificultades y las pruebas. la petición y el grito de Pedro se asemejan, tanto a  nuestro deseo de sentir la cercanía del Señor como al miedo y la angustia que acompañan los momentos más duros de nues­ tra vida y de nuestras comunidades, con sus marcadas fragilidades internas y dificultades externas.  La  Iglesia es una barca que, a lo largo de su travesía, tiene que hacer frente a vientos contrarios y tempestades, que amenazan con hundirla. Lo que la salva no son el coraje y la calidad de sus miembros: la garantía contra el naufragio está en la fe en Cristo y en su palabra. En esta barca estamos seguros, a pesar de nuestras miserias y debilida­ des, sobre todo cuando nos postramos de rodillas y adoramos al Señor, como los discí­ pulos, que al final se postraron ante él, exclamando: «Realmente eres Hijo de Dios», ¡Qué hermoso es decir a Jesús estas palabras: «Realmente eres Hijo de Dios»! {1382017). PAPA FRANCISCO