Misa 6 de diciembre 2020

Homilía II Segundo Domingo de Adviento. Ciclo B

“ ¡Preparad el camino al Señor! ”
Hoy segundo domingo de Adviento, la liturgia nos indica los contenidos propios : es un tiempo para reconocer los vacios que colmar en nuestra vida, para allanar las asperezas del orgullo y dejar especio a Jesús que viene . El profeta Isaías se dirige al pueblo anunciando el final del exilío en Babilonia y el regreso a Jerusalem. Él profetiza » una voz que clama: »  En el desierto preparadle un camino al Señor … que los valles se lñevanten «( 40, 3 ) . Los valles para elevar representan el vacío de nuestro comportamiento ante Dios , todos nuestros pecados de omisión. Un vacío en nuestra vida puede ser que no rezamos o rezamos poco . El Adviento es el momento favorable para rezar con más intensidad , para reservar a la vida espiritual el puesto importante que le corresponde . Otro vacío podría ser la falta de caridad hacia el prójimo , sobre todo hacia las personas más necesitadas de ayuda no solo material sino también espiritual. Estamos llamados a prestar más atención a los otros . Como Juan Bautista podemos abrir los caminos de esperanza en el desierto de los corazones áridos de tantas personas » que los montes y colinas se abajen » exhorta según Isaías. Los montes y colinas son el orgullo , la soberbia , la prepotencia. Donde hay orgullo , prepotencia soberbia no puede entrar el Señor porque ese corazón está lleno. Hemos de asumir actitudes de mansedumbre y de humildad , sin gritar, escuchar, hablar con mansedumbre uy así prperara la venida de nuestro Salvador , que es manso y humilde de corazón . Hemos de eliminar los obstáculos que ponemos en nuestra unión con el Señor : » ¡ que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale¡ Se revelará la gloria del Señor y la verán todos juntos «. Estas acciones se hacen con alegría porque están encaminadas a la preparación d ela llegada de Jesús . Esperarlo cada día con diligencia , para ser colmados de su gracia cuando venga . El Salvador que esperamos es capaz de transformar nuestra vida con su gracia , con la fuerza del Espiíritu Santo, con la fuerza del amor»