Misa 5 de junio 2022

Solemnidad de Pentecostés
Día de la Acción Católica y el Apostolado seglar

Todos hemos bebido de un solo Espíritu

Papa Francisco: Después de cincuenta días de incertidumbre para los discípulos, llegó Pentecostés.  Por una parte, Jesús había resucitado,  lo habían visto y escuchado llenos de alegría, y también  habían comido  con  Él.  Por otro lado, aún  no habían superado  las dudas y los temores: estaban  con  las  puertas cerradas {cf.’ Jn 20,19.26), con pocas perspectivas, incapaces de anunciar al que está Vivo. Luego, llega el  Espíritu  Santo y las  preocupaciones se desvanecen: ahora  los apóstoles ya no tienen miedo ni siquiera ante quien los arresta; antes estaban preocupados por salvar sus vidas, ahora ya no tienen  miedo de morir; antes permanecían encerrados en el Cenáculo, ahora salen a anunciar a todas las gentes.  Hasta  la Ascensión de Jesús, esperaban  un Reino de Dios para ellos (cf.  Hch 1,6), ahora están ansiosos por llegar hasta  los confines desconocidos. Antes no habían hablado casi nunca en público y, cuando lo habían hecho, a  me- nudo habían causado problemas, como Pedro negando a Jesús; ahora hablan con parresia a todos. La historia de los discípulos, que parecía haber llegado a su final, es en definitiva renovada por la juventud del Espíritu: aquellos jóvenes que poseídos por la incertidumbre pensaban que habían llegado al final, fueron transformados por una alegría que los hizo renacer. El Espíritu Santo hizo esto. El Espíritu no es, como podría parecer, algo abstracto; es la persona más concreta, más cercana, que nos cambia la vida. ¿Cómo lo hace? Fijé- monos en los apóstoles. El Espíritu no les facilitó la vida, no realizó milagros espectaculares, no eliminó problemas y adversarios,  pero el Espíritu trajo a la vida de los discípulos una armonía que les faltaba,  porque Él es armonía.  {9-6-2019)

 

Antífona de entrada Sb 1, 7: El Espíritu del Señor llena la tierra y, como da consistencia al universo, no ignora ningún sonido. Aleluya.