Misa 11 de abril 2021

Segundo Domingo de Pascua de Resurrección
Domingo de la Divina Misericordia

Hemos visto al Señor

Papa Francisco: Debemos agradecer a Tomás que no se conformara con escuchar a los demás decir que Jesús estaba vivo, ni tampoco con verlo en carne y hueso, sino que quiso ver en profundidad, tocar sus heridas, los signos de su amor. l. El Evangelio llama a Tomás «Dídimo» ,es decir, mellizo, y en su actitud es verdaderamente nuestro “‘hermano mellizo. Porque tampoco para nosotros es suficiente saber que Dios existe; no nos llena la vida un Dios resucitado pero lejano; no nos atrae un Dios distante, por más que sea justo y santo. No, tenemos también la necesidad de «ver a Dios», de palpar que él resucitó, resucitó por nosotros. 2. ¿Cómo podemos verlo? Como los discípulos, a través de sus llagas. Al mirarlas, ellos comprendieron que su amor no era una farsa y que los perdonaba, a pesar de que estuviera entre ellos quien lo negó y quien lo abandonó. Entrar en sus llagas es con­ templar el amor inmenso que brota de su corazón. Este es el camino. Es entender que su corazón palpita por mí, por ti, por cada uno de nosotros. 3.Queridos hermanos: Necesitamos ver a Jesús tocando su amor.  Solo así vamos al corazón de la fe y encontramos, como los discípulos, una paz y una alegría, que son más sólidas que cualquier duda. Entrando hoy en el misterio de Dios a través de las llagas, comprendemos que la misericordia no es una entre otras cualidades suyas, sino el latido mismo de su corazón.  4 y entonces, como Tomás, ya no vivimos como discípulos inseguros, devotos pero vacilantes, sino que nos convertimos también en verdaderos enamorados del Señor. No tengamos miedo a esta palabra: enamorados del Señor ¿Cómo saborear este amor, como tocar con la mano la misericordia de Jesús .La misma noche de Pascua, lo primero que hizo Jesús apenas había resucitado fue dar el Espíritu para perdonar los pecados. Para experimentar el amor hay que pasar por ahí: dejarse perdonar. ¿Me dejo perdonar? “Pero Padre, ir a confesar parece difícil… “, porque nos viene la tentación ante Dios de hacer como los discípulos en Evangelio: atrincherarnos con las puertas cerradas. Ellos lo hacían por miedos y nosotros también tenemos miedo, vergüenza de abrirnos y decir los pecados.5. Que el Señor conceda la gracia de comprender la vergüenza de no considerarla como una puerta cerrada, sino como el primer paso del encuentro. Cuando sentimos vergüenza debemos estar agradecidos: quiere decir que no aceptamos el mal y eso es bueno. La vergüenza es una invitación secreta del alma que necesita del Señor para vencer el mal, y esto es bueno. El drama está cuando no nos avergonzamos ya de nada. No tengamos miedo de sentir vergüenza. Pasemos de la vergüenza al perdón. No tengáis miedo de sentir vergüenza