Misa 24 de abril 2022

Segundo Domingo de Pascua de Resurrección

Paz a vosotros

Papa Francisco: En el centro de este domingo, con el que se termina la oc­ tava de pascua, y que san Juan Pablo II  quiso dedicar a la  Divina Miseri­cordia, están las llagas gloriosas de Cristo resucitado. Él  ya las enseñó la primera vez que se apareció a los apóstoles la misma tardedel primer día de la semana,  el día de la resurrección.  Pero Tomás  aquella tarde, no estaba. Ocho días después, Jesús se apareció de nuevo en el cenáculo, en medio de los discípu­ los: Tomás también estaba; se dirigió a él y lo invitó a tocar sus llagas Y entonces, aquel hombre sincero se arrodilló delante de Jesús y dijo: «Señor mío y Dios mío» (Jn 20,28).  En el cuerpo de Cristo resucitado  las llagas permanecen,  porque son el signo permanente del amor de Dios por nosotros, y son para  creer que Dios es amor, misericordia/ fidelidad. San Pedro, citando a lsaías, escribe a los cristianos:  «Sus heridas nos han curado»

Antífona de entrada (1 Ped 2, 2): Como niños recién nacidos, desead la leche pura de la palabra, que os hará crecer para la salvación. Aleluya.