Misa 9 de mayo 2021

VI domingo de Pascua

Esto os mando: que os améis unos a otros

PAPA FRANCISCO: El Evangelio de hoy presenta el mandato de Jesús: «Permaneced en mi amor» (Juan 15, 9): permanecer en el amor de Jesús. Habitar en la corriente del amor de Dios, tomar demora estable, es la condición para hacer que nuestro amor no pierda por el camino su ardor y su audacia. También nosotros, como Jesús y en él, debemos acoger con gratitud el amor que viene del Padre y permanecer en este amor, tratando de no separarnos con el egoísmo y el pecado. Es un programa arduo, pero no imposible.  Es importante tomar conciencia de que el amor de Cristo no es un sentimiento superficial, no, es una actitud fundamental del corazón, que se manifiesta en el vivir como él quiere.  Jesús afirma: «Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor». El amor se realiza en la vida de cada día, en las actitudes, en las acciones; de otra manera es solamente algo ilusorio. Son palabras, palabras, palabras: eso no es el amor. El amor es concreto, cada día. Jesús nos pide cumplir sus mandamientos, que se resumen en esto: «que os améis los unos a los otros como yo os he amado». Disponibilidad hacia cada hermano y hermana, sea quien sea y en cualquier situación que se encuentre, empezando por quien está cerca de mí en la familia, en la comunidad, en el trabajo, en la escuela . De esta manera, yo permanezco unido a Jesús, su amor puede alcanzar al otro y atraerlo a sí, a su amistad.  Y este amor por los demás no se puede reservar a momentos excepcionales, sino que se debe convertir en la constante de nuestra existencia. Por esto, somos llamados, por ejemplo, a cuidar de los ancianos como un tesoro precioso y con amor, incluso si crean problemas económicos y dificultades, pero debemos cuidarlos. Por esto, a los enfermos, también si están en la última etapa, les hemos de dar toda la asistencia posible.  Por esto los no nacidos deben ser siempre acogidos; por esto, en definitiva, la vida debe ser siempre tutelada desde la concepción hasta su ocaso natural. Y esto es amor. Nosotros somos amados por Dios en Jesucristo, que nos pide amarnos como él nos ama. Pero eso no podemos hacerlo si no tenemos en nosotros su mismo Corazón {6-5-2018).